Redacción
Rodulfo Reyes
El destape de Octavio Romero Oropeza, director de Pemex, que viene a ser el enésimo de la temporada 2024, ha metido confusión en el también adelantado proceso de la sucesión en Tabasco, pues se consideraba a Javier May Rodríguez, titular de Fonatur, el único precandidato que caminaba por la gubernatura con la venia de Palacio Nacional.
El viernes pasado, Oropeza se apuntó para buscar la nominación de Morena para las próximas elecciones, pese a que hace algún tiempo se había descartado y en su lugar se pronunció por su compañero de grupo, Javier May.
Pero antes, el 11 de abril anterior, pese a que él ya andaba en precampaña, el responsable de la construcción del Tren Maya “destapó” –así se publicó en la prensa tabasqueña– a Octavio Romero, a quien se identifica como uno de los dos tabasqueños más allegados al presidente Andrés Manuel López Obrador.
El titular de Pemex también es cabeza del grupo en el que participa May, por lo que a este se le considera, a su vez, brazo derecho de Romero.
Algo ocurrió, sin embargo, entre abril y este fin de semana porque Octavio Romero finalmente aceptó que aspira a ser mandatario estatal, aunque acotó que: “yo diría que se tienen que respetar los tiempos, porque los adelantos de los tiempos no ayudan; estamos hablando de que esta administración lleva tres años y medio, todavía faltan dos años y medio, desde luego ya sabemos que un año antes salen candidatos y todo, pero todavía falta».
De acuerdo con analistas locales, May era o es la carta de la corriente de Romero Oropeza, por lo que se consideraba que el director de Fonatur camina con autorización del presidente López Obrador.
Por el lado de la otra corriente morenista, cuyo capitán es el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, ha manifestado su interés de participar la directora de Auditoría del SAT, Rosalinda López Hernández.
En una entrevista reciente con el diario Tabasco Hoy, la hermana del responsable de la política interna del país y esposa del mandatario chiapaneco Rutilio Escandón Cadenas aseguró que “va a estar” en la encuesta de Morena de cara a los comicios para gobernador de 2024.
Rosalinda fue diputada local y senadora por el PRD, y en 2015 se sumó al PVEM, entonces bajo el control del gobernador chiapaneco Manuel Velasco Suárez, cuando su esposo, Rutilio Escandón, era presidente del Poder Judicial de Chiapas.
En las elecciones de ese año para presidente municipal de Centro, la ahora funcionaria del SAT fue candidata del verde y del PAN, logrando superar en votos al abanderado de Morena, Octavio Romero, quien quedó en cuarto lugar, aventajado por los abanderados del PRD, PRI y del PVEM.
En esa jornada López Obrador, en una gira de apoyo a Octavio, descalificó a la hermana de Adán Augusto en presencia de este, pero al inicio del actual gobierno federal Rosalinda apareció como la segunda al mando del SAT.
Si May representa al grupo de los duros de Morena –su lema de precampaña es Un fundador será gobernador–, por el lado de los priístas que llegaron en 2018 al vinotinto se encarta a Rosalinda López.
No obstante, el destape de Octavio hace que ya sean dos los allegados al presidente que han levantado la mano para ocupar la Quinta Grijalva de Villahermosa. De paso, acaba con la versión de que May ya estaba palomeado.
Desde que el presidente adelantó la sucesión, en Tabasco se tienen contados a 10 suspirantes de Morena, partido en el que está más acelerada la caballada en virtud del escenario de que el lopezobradorismo mantendrá Tabasco por tercer sexenio consecutivo.
El primer gobernador de Tabasco impulsado por López Obrador fue el perredista Arturo Núñez Jiménez, que ganó en 2012; luego Adán Augusto se impuso en 2018 ya bajo las siglas de Morena.
Para 2024 se tiene contemplado que la formación política del de Macuspana vuelva a pasarle encima a la oposición, por lo que la lucha interna es cruenta: el que logre la candidatura ya tiene asegurado despachar en Plaza de Armas.
Por lo pronto, con la irrupción del director de Pemex se ha empequeñecido aún más a los otros aspirantes que, según palabras del presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Emilio Martínez de Escobar, solo levantan la mano para ver que cachan.