Por
Rodulfo Reyes
A estas alturas de la sucesión ya no hay duda que el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, está en la lid por la candidatura presidencial de Morena. Tampoco que él y la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, son los preferidos del mandatario Andrés Manuel López Obrador. Hay tres momentos claves para explicar la participación del tabasqueño en el gabinete federal.
1.- La primera parte empieza el 26 de agosto de 2021 que el notario público con licencia fue designado titular de la política interna del país, y de inmediato se dijo que iría a la metrópoli en ayuda del de Macuspana en el tema de su relevo que con un año de anticipación se había activado en Palacio Nacional, pero también se especuló que por la responsabilidad política del nombramiento el segundo tabasqueño del gabinete se había convertido en precandidato natural a la primera magistratura, lo que de inmediato fue atajado por López Obrador.
López Hernández empezó a despachar en el Palacio de Covián con civilidad, convirtiéndose de inmediato en la mano suave del régimen, en el interlocutor nacional que hacía falta para distender el encono y el trato con la oposición y también con otros sectores vapuleados por su jefe.
De inmediato, comunicadores de la talla de Joaquín López Dóriga, Carlos Loret de Mola y Ciro Gómez Leyva empezaron –como se dice en el argot– a hablar cosas buenas de él, y muchas cejas se levantaron cuando los críticos más ácidos del Presidente se mostraron fascinados con el tabasqueño de rostro cándido y mirada apacible que a primera vista parece buena persona y no político con fuego en las entrañas.
En la primera de las tres etapas de Adán Augusto al lado del Presidente se notó a un secretario destacado como un operador político con todo el apoyo de su jefe que empezó a resolver problemas nacionales con una capacidad sorprendente y con un poder que no se había registrado en los últimos titulares de Gobernación.
Su autoridad llegó a compararse con el desempeño que tuvo el francés Joseph Marie Cordoba al lado de Carlos Salinas de Gortari.
2.- La segunda parte de su meteórica carrera empezó cuando decide guardar los guantes de seda para calzarse los de box y empieza a repartir madrazos a diestra y siniestra contra los adversarios de su patrón, principalmente contra el INE, ubicado ya como el enemigo público número uno del vinotinto.
En esa mutación pasa de ser operador principal del Presidente en el juego de la sucesión a ficha del proceso interno.
Tanto se le empezó a ver como corcholata que el lunes 4 de abril del año pasado, durante su conferencia mañanera, el de Macuspana descartó que Adán Augusto estuviese participando en el proceso de sucesión, pues “está ayudándome en la transformación; no es precandidato a la Presidencia porque me está ayudando”.
Y es que un día ante, el domingo 3, el ocupante de Bucareli había participado en un acto partidista en Coahuila irrumpiendo en la arena política nacional como serio aspirante a la nominación del vinotinto; en ese evento se le acreditó como presidenciable, pues la comentocracia de inmediato calificó su discurso contra el INE como arranque de campaña.
López Obrador quiso cortar de tajo las especulaciones y lo bajó de la carrera con el argumento de que lo necesitaba para atender la agenda interna del país.
A partir de entonces al tabasqueño empezó a vérsele como el plan B del mandatario, como ficha de recambio en caso de que la favorita Claudia Sheinbaum no lograse concitar el interés del electorado para convertirse en la heredera del lopezobradorismo.
3.- El capítulo tres de su incursión se observa cuando las encuestas comienzan a acercarlo a la mandataria capitalina y al canciller Marcelo Ebrard: mientras saca del tercer lugar al senador Ricardo Monreal empieza a perfilarse para disputar el primer sitio.
En esta etapa es que en el imaginario ya se ve a Adán Augusto como un verdadero aspirante, como una pieza orgánica que puede lograr la nominación por méritos propios.
Puede decirse, en resumen, que a mediados de agosto de 2021 que emigró a la capital del país se miró en él a un colaborador que tendría tareas prioritarias con las que ayudaría al Presidente en su propia sucesión, pero en la segunda parte adquirió la denominación de plan B por si se le cansaba el caballo a la jefa de Gobierno metropolitano, y en la tercera parte de la carrera ya es jinete que también está en los carriles.