Por
Rodulfo Reyes
Si bien este gobierno se apresta a pasar a la historia como uno de los más aciagos de todos los tiempos, incluso con mayor opacidad que la administración del perredista Arturo Núñez Jiménez, hay un renglón en el que el lopezobradorismo le sigue quedando a deber a los tabasqueños en al menos los dos últimos sexenios: la cicatrización del tejido social.
Acaso por eso desde el 11 de noviembre pasado que fue designado como coordinador de la transformación, lo que lo convierte en candidato a la gubernatura, Javier May Rodríguez ha estado teniendo encuentros con diversos sectores de la población, muchos de los cuales habían sido perseguidos por el aún mandatario con licencia Adán Augusto López Hernández.
El ex director de Fonatur sorprendió al reunirse con periodistas desde antes que se hiciera la encuesta que le dio el triunfo por un margen muy amplio.
Pero no ha parado ahí; después de conciliarse con los trabajadores de la comunicación, ha empezado a entrevistarse con políticos de otras expresiones de su propio partido, e incluso con actores de fuerzas antagónicas.
Los empresarios también están siendo escuchados. Muchos que estaban con Adán López se han quedado con un buen sabor de boca, porque –de entrada– no les han pedido “aportaciones” para la campaña.
Apenas en la anterior jornada electoral una charla en privado con el candidato a gobernador significaba salir sin tres, cinco o hasta diez millones de pesos, dependiendo de la importancia del empresario, y que eran cantidades que les pedían de “cooperación voluntaria”.
Ahora, a más de uno que ha ofrecido «ponerse la del Puebla» se le ha respondido “muchas gracias”, y que por el momento se requiere de su apoyo pero como el de cualquier ciudadano.
En la oficina donde despacha el virtual abanderado deambulan militantes que en el pasado reciente estaban enemistados con la corriente de los fundadores, que es la que apoyó a Sheinbaum y a May, mientras que los llamados “neomorenistas” iban con Adán López.
La distensión del tejido social que vive Tabasco es, ciertamente, un proceso viejo que data de 1988 que el de Macuspana tomó distancia del PRI para fundar el PRD, de cuya esencia surgió Morena.
Desde entonces nadie ha tomado la iniciativa de llamar a la reconciliación; en 2012 que el lopezobradorismo ganó por primera vez Plaza de Armas con el priísta Arturo Núñez, ese encono se agudizó: el nuevo régimen le lanzó una batida hasta cierto punto ilegal al gobierno que le precedió, el del priísta Andrés Granier Melo.
A Núñez se le fueron los seis años persiguiendo a Granier y a sus principales colaboradores, incluido el hijo del exgobernador, que fue a dar a la cárcel por un tema fiscal; el perredista dejó de hacer la buena administración que había prometido y que se esperaba de él, por ser un funcionario con una carrera brillante y con una preparación como nunca la había tenido ninguno de los últimos mandatarios.
La única obra que se le recuerda a Núñez es el paso a desnivel en Pomoca, que además de mal hecho, no corresponde al presupuesto multimillonario de Tabasco durante seis años.
Por la carnicería que desató Núñez y que dejó malherido al edén, en la campaña de 2018 una de las principales ofertas de Adán López fue acabar con el pleito entre hermanos tabasqueños, aunque él llegó a terminar de desunir a la clase política con actitudes de revanchismo para posicionar a un nuevo grupo integrado primordialmente por su familia.
El ex secretario de Gobernación quiso perseguir a Núñez, con quien mantiene desde 2012 diferencias de tipo personal, pero el presidente López Obrador salió en defensa de Núñez.
Mas Adán López no solo desplazó a la clase política –excepto el grupo del ex mandatario Manuel Gurría Ordóñez, con el que cogobernó–, sino que, de igual forma, llegó bravo con los de casa y trató de aniquilar al lopezobradorismo.
Por eso en agosto de 2022 que el grupo de May manifestó su respaldo a Sheinbaum para que fuera candidata presidencial, fueron despedidos sin causa justificada más de 200 trabajadores del gobierno estatal, del Congreso local y de los ayuntamientos.
El desplante autoritario de Adán López fue criticado por entonces jefa de Gobierno de la Ciudad, que rechazó la medida por considerar que un ciudadano no debería perder su empleo por manifestar su simpatía política.
Esa fractura social causada por la ex corcholata criolla es la que trata de arreglar May con reuniones con diversos sectores. Si podrá curar ese encono crónico que se recrudeció con Núñez y que el ex secretario de Gobernación volvió a prender en carne viva es una pregunta que está en el aire, pero lo que sí es seguro es que el lopezobradorismo difícilmente dejará que Adán López vuelva a activarse políticamente con sus aires de grandilocuencia.